DIVERSIDAD SEXUAL
El concepto “diversidad sexual”
apareció en el horizonte de las políticas sexuales en México en los últimos
años entre los grupos y agentes que participan de manera activa, organizada y
programática en las disputas del campo sexual.

El término “diversidad sexual” no es un término
neutro, encierran en sí mismo una manera de concebir la realidad, tengamos o no
conciencia de ello, define el carácter de nuestra lucha política en el ámbito de
existencia sexual. Es un término político, como los términos “gay”, “lesbiana”,
“bisexual”, etc.
La dominancia de una concepción
sobre lo que entendemos por “sexual” y
sobre la diversidad de prácticas eróticas y reproductivas está dada por su
preeminencia para definir lo legítimo y lo ilegítimo, lo moral y lo inmoral, lo
adecuado o lo inadecuado, lo sano y lo enfermo, e incluso lo natural y lo
antinatural.
I. “DIVERSIDAD SEXUAL: TRES
USOS COMUNES”
1) Su uso como eufemismo o forma “decente”
para referirse públicamente a individuos o grupos estigmatizados con palabras “Vulgares”.
Su uso como eufemismo, se está
utilizando como eufemismo, como una palabra menos “altisonante” para decir “gay”,
“lesbiana”, “bisexual”, etc. Como estos términos son considerados por muchos
como “vulgares”, no son “adecuados” para un discurso público- político, “diversidad
sexual”.
Este uso clasista y homofóbico
del término “gay” distan mucho de significar un cambio de concepción sobre el
hemoerotismo o un avance en la legitimación social de las diferentes
orientaciones sexo- afectivas como lo pretendía el término en su origen. El término
“gay” surge como categoría de identidad política para contestar el discurso
medicalizante de la “homosexualidad”. El contexto político al término “diversidad sexual” le confiere una
legitimidad importante que puede ser aprovechada para el avance de nuevas
representaciones sociales y políticas de la existencia sexual de las personas. La
legitimidad deriva de su asociación simbólica con la creciente legitimidad en
el lenguaje político mundial del respeto
a la “biodiversidad” y a la “sociodiversidad”, impulsado el primerio desde el
movimiento ambientalista y el último desde los movimientos de las “minorías
étnicas” en los llamados países desarrollados. En el corazón de esta nueva
ética cívica aparece un valor central “el respeto a las diferencias”. Es en
este escenario cultural político que la noción de “diversidad sexual” se nutre
de una savia fuerte que le otorga un enorme potencial.
2) Su uso como término “sombrilla”
para agrupar a esos individuos o grupos estigmados por sus prácticas sexuales.
El uso del término “diversidad
sexual” como término “sombrilla” para
una diversidad de identidades históricas, portadoras de sus propias limitación y
posibilidades liberados, exploradas en sí mismas. El problema con este uso “sombrilla”,
es que mete en una misma visión ideológica y política, homogeneizándolos, a
personas y grupos con interese, experiencias de vida, necesidades y
posicionamientos sociales, simbólicos y políticos diversos.
El término “diversidad sexual”
así usado puede servir para “travestir” y “adecentar” precisamente a quienes
resultan más “inquietantes” para la “moral pública”: los y las llamados
transgéneros y transexuales, al punto de no reconocerse a sí mismo.
3) Su uso para referirse a la “otredad”
de la trilogía de prestigio “macho-masculino- heterosexualidad”.
El término “diversidad sexual”
tal y como está siendo usado, para agrupar a personas y grupos con identidades
no heterosexuales, es un absoluto equívoco
tanto lingüístico como ideológico. No existen “grupos de la diversidad”,
existen miembros de una totalidad diversa. Todas son personas y todas tienen
una sexualidad diferente, son miembros de una totalidad que es diversa: la
sexualidad de las personas.
El uso del término “diversidad
sexual” para referirse sólo a ciertos grupos, mantiene incólume un elemento
central del sistema de sexo- género, también llamado sexista: el heterosexismo,
la ideología y práctica que jerarquiza las sexualidades y posiciona a la práctica y a la identidad heterosexual como “superior”
a las otras prácticas e identidades sexuales.
El heterosexismo configura un
sistema de identidad: “el heterosexual” vs “los otros”.
II LOS DISCURSOS DOMINANTES DEL CAMPO SEXUAL: SU VISIÓN INTEGRISTA
El concepto de “diversidad sexual”
surge en el campo sexual para cuestionar las reglas mismas de organización del
campo; es importante la claridad teórica con relación a la compresión de las
ideologías que organizan el sistema de distinción sexual y con ello me refiero
al sistema de representaciones dominantes de la existencia sexual y con ello me refiero al sistema de representaciones
dominantes de la existencia sexual de las y los sujetos. Este sistema involucra
tres aspectos principales de la existencia sexual:
1) El binarismo sexual, el “sexo”
se refiere a la dimensión biológica y el género a las expectativas de
comportamiento socialmente asignadas a los sexos. El género aparece así como
una “construcción social”, mientras que el “sexo” aparece como el dato duro, “lo
biológico”, el concepto “sexo” es también una construcción social, es decir, es
una categoría que nos permiten 2ordenar” la realidad de cierta manera y eso
tiene particulares efectos de distinción social y políticos, .sistematiza una
ideología heterosexista que considera a los varones y a las mujeres como “sexos
opuestos” que “se complementan”. La idea de que existen sólo dos sexos y que
además se oponen y complementan, es una idea central del sistema sexista. El binarismo
sexual es la creencia y práctica de construir “dos sexos” de los cuerpos
humanos. Tiene que enfrentarse a una serie de evidencias corporales que nos
muestran que el asunto de formar “dos sexos” perfectamente distintos
es más un trabajo conceptual y quirúrgico que una constatación de la naturaleza. Durante mucho tiempo se
llamó “hermafroditismo” y que hoy recibe el nombre de “intersexualidad”: personas
que nacen con características sexuales cromosómicas, gonadales, genitales u
hormonales que no coinciden con la categoría sexual binaria de macho y hembra
humanos. La naturaleza biológica del ser humano no es binaria, el binarismo
sexual es una construcción cultural.
2) El binarismo de género, el
sexismo hace derivar del dualismo sexual antes mencionado, otro dualismo, el
dualismo de género: la noción de que de los cuerpos machos y los cuerpos
hembras se derivan “naturalmente” disposiciones diferenciadas de sentir,
percibir, pensar y actuar. Los machos biológicos están predispuestos “naturalmente”
a desplegar una serie de disposiciones llamadas “masculinas” y las hembras
biológicas otras llamadas “femeninas”.
3) El binarismo erótico y el
heterosexismo, los binarismos sexuales y de género adquieren un cierre
ideológico en la heterosexualidad. La heterosexualidad en la medida en que
implica la sexualidad de “los diferentes”, esto es, de los que previamente han
sido definidos como “opuestos” y “complementarios”.
1) Las ideologías del amor.
2) Las ideologías sobre las “otras”
sexualidades.
El heterosexismo y el amor. Las concepciones
dominantes sobre el amor se apoyan en y nutren la ideología heterosexista al
apoyarse y nutrirse de las ideologías de género dominantes y su concomitante
binarismo.
Homofobia y heterosexismo. Esta invisibilización
no es inocua, es parte de una tecnología de poder homofóbico que va de la mano
con la construcción misma de la “homosexualidad” como identidad radicada en “el
sexo”.
El binarismo “heterosexual-
homosexual” es una construcción social, es una manera de querer ordenar la
compleja realidad del deseo erótico y de ajustarla a particulares ideologías
sexuales y de género. La homosexualidad y la heterosexualidad como identidades
eróticas homogéneas, coherentes, estables, son ficciones culturales, producto
de una labor social de construcción de identidades. La “Heterosexualidades” y
la “Homosexualidad” son más bien extremos de un continuo erótico entre las
personas y dentro de las personas.
III EL CONCEPTO DE DIVERSIDAD SEXUAL: SUS IMPLICACIONES
TRANSGRESIVAS
El binarismo sexual, el binarismo
de género y su concomitante androcentrismo, así como el heterosexismo
constituyen una visión integrista de la
existencia sexual de las personas, que se convierte en un perdurable
dispositivo de poder. En la cumbre de ese sistema de identidades se encuentra la trilogía de
prestigio “macho – masculino- heterosexual”.
“Diversidad sexual y amorosa” que
es utilizado para reconocer, legitimar y promover la coexistencia en
condiciones de equidad de las diversas existencias sexuales, de género y
eróticas entre las personas y entre las uniones amorosas existentes. Le concepto
de “diversidad sexual y amorosa”, nos plantea posibilidades radicales y
liberadoras cuando lo utilizamos para referirnos a la riqueza sexual, de género
y erótica entre las personas y a las múltiples posibilidades en cada uno de
nosotros, al menos a su existencia “en potencia” dentro de cada ser humano. Es
el derecho de la personas a replantearse sus ideas, sus relaciones, sus
prácticas eróticas. Es el derecho de cada persona a vivir su sexualidad libre
de coerciones, incluidas la coerción misma de la identidad sexual construida
desde particulares tecnologías de poder, sexuales y afectivas.
V LA “DIVERSIDAD SEXUAL Y AMOROSA” Y LAS OTRAS DIVERSIDADES
SOCIALES.
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La importancia de las distinciones sexuales en la vida de la
gente pobre nos puede revelar cómo muchos “marginados económicamente “dan mucha
mayor importancia a la sexualidad como eje de distinción que a su condición
económica, de tal manera que su “masculinidad” se convierte en un recurso
de poder simbólico que les otorga, en muchos casos, una sensación de bienestar
y un efecto de consuelo. La distinción sexual suele ser más importante y un
recurso de poder ejercido sobre otros sujetos entre “los pobres” mismos.
La “lectura banal” es la otra
cara de la lectura “primordial” que se deriva de la “lectura de lotería”. La “lectura
banal” consiste en banalizar la sexualidad y particularmente la orientación
sexual y la intersexualidad.
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