domingo, 6 de abril de 2014

DIVERSIDAD SEXUAL

El concepto “diversidad sexual” apareció en el horizonte de las políticas sexuales en México en los últimos años entre los grupos y agentes que participan de manera activa, organizada y programática en las disputas del campo sexual.
La discusión sobre los significados y usos de los conceptos no es útil o secundaria, es una discusión de fondo, pues lo que se queda entre dicho es la manera en que conceptualizamos  las distincio
nes sociales.
El  término “diversidad sexual” no es un término neutro, encierran en sí mismo una manera de concebir la realidad, tengamos o no conciencia de ello, define el carácter de nuestra lucha política en el ámbito de existencia sexual. Es un término político, como los términos “gay”, “lesbiana”, “bisexual”, etc.
La dominancia de una concepción sobre lo que entendemos por “sexual”  y sobre la diversidad de prácticas eróticas y reproductivas está dada por su preeminencia para definir lo legítimo y lo ilegítimo, lo moral y lo inmoral, lo adecuado o lo inadecuado, lo sano y lo enfermo, e incluso lo natural y lo antinatural.

I. “DIVERSIDAD SEXUAL: TRES USOS COMUNES”

Tres son los usos más problemáticos del término “diversidad sexual” que alcanzo a distinguir:
1) Su uso como eufemismo o forma “decente” para referirse públicamente a individuos o grupos estigmatizados con palabras “Vulgares”.
Su uso como eufemismo, se está utilizando como eufemismo, como una palabra menos “altisonante” para decir “gay”, “lesbiana”, “bisexual”, etc. Como estos términos son considerados por muchos como “vulgares”, no son “adecuados” para un discurso público- político, “diversidad sexual”.
Este uso clasista y homofóbico del término “gay” distan mucho de significar un cambio de concepción sobre el hemoerotismo o un avance en la legitimación social de las diferentes orientaciones sexo- afectivas como lo pretendía el término en su origen. El término “gay” surge como categoría de identidad política para contestar el discurso medicalizante de la “homosexualidad”. El contexto político al término  “diversidad sexual” le confiere una legitimidad importante que puede ser aprovechada para el avance de nuevas representaciones sociales y políticas de la existencia sexual de las personas. La legitimidad deriva de su asociación simbólica con la creciente legitimidad en el lenguaje político  mundial del respeto a la “biodiversidad” y a la “sociodiversidad”, impulsado el primerio desde el movimiento ambientalista y el último desde los movimientos de las “minorías étnicas” en los llamados países desarrollados. En el corazón de esta nueva ética cívica aparece un valor central “el respeto a las diferencias”. Es en este escenario cultural político que la noción de “diversidad sexual” se nutre de una savia fuerte que le otorga un enorme potencial.
2) Su uso como término “sombrilla” para agrupar a esos individuos o grupos estigmados por sus prácticas sexuales.
El uso del término “diversidad sexual” como término  “sombrilla” para una diversidad de identidades históricas, portadoras de sus propias limitación y posibilidades liberados, exploradas en sí mismas. El problema con este uso “sombrilla”, es que mete en una misma visión ideológica y política, homogeneizándolos, a personas y grupos con interese, experiencias de vida, necesidades y posicionamientos sociales, simbólicos y políticos diversos.
El término “diversidad sexual” así usado puede servir para “travestir” y “adecentar” precisamente a quienes resultan más “inquietantes” para la “moral pública”: los y las llamados transgéneros y transexuales, al punto de no reconocerse a sí mismo.
3) Su uso para referirse a la “otredad” de la trilogía de prestigio “macho-masculino- heterosexualidad”.
El término “diversidad sexual” tal y como está siendo usado, para agrupar a personas y grupos con identidades no heterosexuales, es un absoluto equívoco  tanto lingüístico como ideológico. No existen “grupos de la diversidad”, existen miembros de una totalidad diversa. Todas son personas y todas tienen una sexualidad diferente, son miembros de una totalidad que es diversa: la sexualidad de las personas.
El uso del término “diversidad sexual” para referirse sólo a ciertos grupos, mantiene incólume un elemento central del sistema de sexo- género, también llamado sexista: el heterosexismo, la ideología y práctica que jerarquiza las sexualidades y posiciona a la práctica  y a la identidad heterosexual como “superior” a las otras prácticas e identidades sexuales.
El heterosexismo configura un sistema de identidad: “el heterosexual” vs “los otros”.

II LOS DISCURSOS DOMINANTES DEL CAMPO SEXUAL: SU VISIÓN INTEGRISTA

El concepto de “diversidad sexual” surge en el campo sexual para cuestionar las reglas mismas de organización del campo; es importante la claridad teórica con relación a la compresión de las ideologías que organizan el sistema de distinción sexual y con ello me refiero al sistema de representaciones dominantes de la existencia sexual y  con ello me refiero al sistema de representaciones dominantes de la existencia sexual de las y los sujetos. Este sistema involucra tres aspectos principales de la existencia sexual:
1) El binarismo sexual, el “sexo” se refiere a la dimensión biológica y el género a las expectativas de comportamiento socialmente asignadas a los sexos. El género aparece así como una “construcción social”, mientras que el “sexo” aparece como el dato duro, “lo biológico”, el concepto “sexo” es también una construcción social, es decir, es una categoría que nos permiten 2ordenar” la realidad de cierta manera y eso tiene particulares efectos de distinción social y políticos, .sistematiza una ideología heterosexista que considera a los varones y a las mujeres como “sexos opuestos” que “se complementan”. La idea de que existen sólo dos sexos y que además se oponen y complementan, es una idea central del sistema sexista. El binarismo sexual es la creencia y práctica de construir “dos sexos” de los cuerpos humanos. Tiene que enfrentarse a una serie de evidencias corporales que nos muestran  que el asunto de formar  “dos sexos” perfectamente  distintos  es más un trabajo conceptual y quirúrgico que una constatación  de la naturaleza. Durante mucho tiempo se llamó “hermafroditismo” y que hoy recibe el nombre de “intersexualidad”: personas que nacen con características sexuales cromosómicas, gonadales, genitales u hormonales que no coinciden con la categoría sexual binaria de macho y hembra humanos. La naturaleza biológica del ser humano no es binaria, el binarismo sexual es una construcción cultural.
2) El binarismo de género, el sexismo hace derivar del dualismo sexual antes mencionado, otro dualismo, el dualismo de género: la noción de que de los cuerpos machos y los cuerpos hembras se derivan “naturalmente” disposiciones diferenciadas de sentir, percibir, pensar y actuar. Los machos biológicos están predispuestos “naturalmente” a desplegar una serie de disposiciones llamadas “masculinas” y las hembras biológicas otras llamadas “femeninas”.
3) El binarismo erótico y el heterosexismo, los binarismos sexuales y de género adquieren un cierre ideológico en la heterosexualidad. La heterosexualidad en la medida en que implica la sexualidad de “los diferentes”, esto es, de los que previamente han sido definidos como “opuestos” y  “complementarios”.
 Dos recursos ideológicos trabajan para apuntalar el heterosexismo:
1) Las ideologías del amor.
2) Las ideologías sobre las “otras” sexualidades.
El heterosexismo y el amor. Las concepciones dominantes sobre el amor se apoyan en y nutren la ideología heterosexista al apoyarse y nutrirse de las ideologías de género dominantes y su concomitante binarismo.
Homofobia y heterosexismo. Esta invisibilización no es inocua, es parte de una tecnología de poder homofóbico que va de la mano con la construcción misma de la “homosexualidad” como identidad radicada en “el sexo”.
El binarismo “heterosexual- homosexual” es una construcción social, es una manera de querer ordenar la compleja realidad del deseo erótico y de ajustarla a particulares ideologías sexuales y de género. La homosexualidad y la heterosexualidad como identidades eróticas homogéneas, coherentes, estables, son ficciones culturales, producto de una labor social de construcción de identidades. La “Heterosexualidades” y la “Homosexualidad” son más bien extremos de un continuo erótico entre las personas y dentro de las personas. 
III EL CONCEPTO DE DIVERSIDAD SEXUAL: SUS IMPLICACIONES TRANSGRESIVAS 

El binarismo sexual, el binarismo de género y su concomitante androcentrismo, así como el heterosexismo
constituyen una visión  integrista de la existencia sexual de las personas, que se convierte en un perdurable dispositivo de poder. En la cumbre de ese sistema  de identidades se encuentra la trilogía de prestigio “macho – masculino- heterosexual”.
“Diversidad sexual y amorosa” que es utilizado para reconocer, legitimar y promover la coexistencia en condiciones de equidad de las diversas existencias sexuales, de género y eróticas entre las personas y entre las uniones amorosas existentes. Le concepto de “diversidad sexual y amorosa”, nos plantea posibilidades radicales y liberadoras cuando lo utilizamos para referirnos a la riqueza sexual, de género y erótica entre las personas y a las múltiples posibilidades en cada uno de nosotros, al menos a su existencia “en potencia” dentro de cada ser humano. Es el derecho de la personas a replantearse sus ideas, sus relaciones, sus prácticas eróticas. Es el derecho de cada persona a vivir su sexualidad libre de coerciones, incluidas la coerción misma de la identidad sexual construida desde particulares tecnologías de poder, sexuales y afectivas.
V LA “DIVERSIDAD SEXUAL Y AMOROSA” Y LAS OTRAS DIVERSIDADES SOCIALES.


La diversidad sexual y amorosa parte de una concepción sobre la cultura que nos salva de las trampas
positivistas que esencializan o cosifican la realidad, incluyendo las diferentes sociales. El problema con esta lectura de lotería de la “diversidad social” es que nos impide pensar la realidad y la complejidad de las subjetividades, los poderes, las necesidades y las resistencias que construyen y son construidas por los sujetos.
La importancia  de las distinciones sexuales en la vida de la gente pobre nos puede revelar cómo muchos “marginados económicamente “dan mucha mayor importancia a la sexualidad como eje de distinción que a su condición económica, de tal  manera  que su “masculinidad” se convierte en un recurso de poder simbólico que les otorga, en muchos casos, una sensación de bienestar y un efecto de consuelo. La distinción sexual suele ser más importante y un recurso de poder ejercido sobre otros sujetos entre “los pobres” mismos.
La “lectura banal” es la otra cara de la lectura “primordial” que se deriva de la “lectura de lotería”. La “lectura banal” consiste en banalizar la sexualidad y particularmente la orientación sexual y la intersexualidad.

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